Abismos

abismos sentidos

Hoy llego a la colina con ganas de un achuchón, manta y descansar. Hacerme bolita.

Es como si el cuerpo me pidiera calma, silencio, sentirme y cerrar los ojos. Acompañarme a mi misma dentro de este templo del cuido. Lugar dónde derramarme, soltarme y re-crearme.

Una y mil veces.

Mecerme.

Confío en mi, los cierro, respiro y dejo que salga mi sensación sentida de este momento. Allá vamos… Aquí y ahora siento… me siento vulnerable. Algo así como sin contenedor. Es como si fuera de noche, fuera desnuda y no viera nada. Es oscuro y ya, no hay nada ni nadie. Siento como vértigo, pero un vértigo en calma, algo así como un vértigo controlado o seguro, no se si eso existe. En todo caso no es un vértigo a lo loco, eso lo viví y sé cómo se siente y no es. También me siento algo así como sin barreras, sin máscaras, sin coraza. Tampoco quiero ya todo eso de lo que me fui venusinamente liberando. Aquello que un día me sirvió para sobrevivir allí afuera, pero que ya no. Sin ello me siento cada vez más libre, más yo, sin más.


Sigo con los ojos cerrados, en esta oscuridad, delante un abismo. Me giro y a lo lejos veo todo el camino recorrido, que se divide en otros caminos vividos todo lo vivido, descendido y sentido. A la vez me siento muy Kali. Ha sido una carrera muy Kali, de fondo, sobretodo los últimos meses. Ella, una certeza ineludible interna me recorría entera cual escalofrío. Ella venía día tras día a recordarme. Ella me fue empujando poco a poco. Y el Universo confabulando a su favor. A nuestro favor. A ella, mi intuición, mi voz, le agradezco que viniera, me empujara a la escucha, a la pausa, a la balanza y a tomar decisiones y acción. Honro a mi yo de hace unos meses. A la de hace unas semanas, días y horas. ¿Pues quién sería yo sin ella? Sin ella no sería quién soy. Sin ella no hubiera vivido y aprendido todo lo que viví y aprendí. Sin ella, en realidad, nada hubiera sido posible y yo no estaría aquí y ahora, segura de estar en esta colina, en este lugar que acoge y cuida. Que nutre y sostiene. Que deja que me exprese y comparta contigo vulnerabilidades como esta, sin esperar nada a cambio. Qué bien poder estar aquí, qué acierto haber creado este espacio de nuevo, lo echaba de menos. ¡Respiro y sonrío! :)


Hacía años que no escribía en un blog.

Hacía años que no compartía intimidades así.

Hacía años que no me compartía al desnudo, se siente muy bien.

Y me pregunto, si no nos compartimos así de desnudas,

¿cómo nos compartimos? ¿cómo nos cuidamos?

¿qué compartimos? ¿qué?

¿en qué lugares nos compartimos?

¿desde qué lugar nos compartimos?

¿hay permiso para derramarnos? ¿para articularlo en palabras?

Esto es lo más importante para mí. Desde qué lugar, ese permiso…

Llámame intensa…


Amo este término… jaja Me parece maravilloso. Y me voy por las ramas… Mi amiga María siempre nos describe como mujeres intensas y siempre me saca una sonrisa XD. Hace muchísimos años que nos conocemos y nos reímos intensamente juntas, ella es un ser de luz que ha vivido muchas vidas en una sola. Yo siempre le digo eso: ¡tienes más vidas que un gato! Salió ilesa hace unos meses de un accidente y casi nos deja cuando parió a su tercer hijo. Qué susto. Esto entre otras muchas vidas dentro de esta vida… Así vivimos nosotras de intensas. Hablar del tiempo… eso lo vemos por la ventana. Y de noticias… no nos apetece que nos mientan. Y de sustos… para eso ya tenemos un montón de hijos cada una :) Ella y yo, hablamos de la Vida y cada vez menos de los hijos. De lo que nos llena, de lo que nos mueve, de lo que sentimos, del cielo, nos escuchamos, de nuestros proyectos y de cómo llevarlos a cabo intensamente. Eso mola y cura. Ayer hablábamos de que por fin mi web se conectó a Google Analytics, luego se indexó en Google… Y hoy se me conectó a mi Google Maps. Casi lloro. Todo un viaje también. Sino no podría escribir esto y tú leerlo. Y pudimos seguir hablando de su emprendimiento. un día os la presento. Como dice ella, será una hostia cósmica. Estoy segura de ella y de ello. Y de mi. De mis decisiones. De cómo pongo amor en todo lo que hago e intento vivirme desde la presencia, el amor y el gozo, que es lo que merezco. Y expandirlo allá por dónde voy, con la alegría que tanto me caracteriza. Aunque hay días como hoy que son de cueva, de escucha corporal, de alegría solamente interna y silenciosa. De permitirme Ser, sin más. Y si no me apetece hacer nada más, no hacerlo. Y está bien. Mi jefa ya puede patalear, que me da igual. No cada día son días de cerrar ciclos.


Cierro ciclos. Muchos.

Cierro ciclos. Feliz.

Cierro ciclos. Segura.


¿Segura? ¡Sí! :) En realidad sí. Estoy muy cagada y muy segura, a la vez (jaja), los miedos e incertezas hacen su acto de presencia, a veces. Siento haber caminado muchos caminos y estarlos cerrando con presencia y amor. Siento estar de pie parada delante de abismos, como si yo fuera muchas Paulas. Cada una parada en su abismo y que esas muchas se transforman en una. Y todos los abismos ahora conforman un gran abismo compartido. Pero un abismo, que tras la niebla, veo medio aparecer y desaparecer como una especie de baldosas mágicas. Ahhhh!!!! Ahora las recuerdo… Las puse yo, mi Paula del pasado empujada por la certeza ineludible las preparó. Ahí hay un camino dibujado, pensado y trabajado por mí. Tan certero que, en realidad, el miedo que siento dentro viene y va. Lo siento, es algo así como que la seguridad que sentía otros años en esta época ahora no está, ha mudado de piel, ha mutado, es diferente. No es que no esté, es que esta requiere de otro tipo de fe. Y está bien. La tenemos y nos agarramos.


La luna llena y Venus, brillan.

El eclipse, remueve.

La sangre, llega.


Este mejunje me drena la energía, me hace parar, pensar y dudar de mí… Y fíjate. Los sueños llegan como oráculos, a recordarme lo que ya sé. YA LO SABES me gritan. Y como bálsamo lo recibo de nuevo y se me afloja el cuerpo. Me inundo de mi propia seguridad, amor, cuido y sostén. Por mi y de mi. Aprendí a confiar en mi, a saberme mía, eso fue importante para mi. Ahora es solamente recordarlo. Es como si un tornado se avecinara, pero como árboles sabios (por todo lo que aprendimos), sanos (por todo lo que nos nutrimos) y fuertes (por todo lo que ejercitamos), supiéramos cómo enraizarnos y sostenernos, sin perder la fe, porque sabemos que este suceso meteorológico también pasará. Y las ramas se mueven, las hojas se arremolinan, pero el tronco sabe. Sabe qué hacer. Se sabe tronco; observa, analiza, entiende y se sostiene sabiamente.

Y cuanto más adentro te sumerges en ti, más arriba puedes luego volar con seguridad; ese ancho de banda se va ampliando.

Y los abismos cada vez lo son menos.

Y menos perturbadores.

Hasta iniciáticos.

Respiro.

Fe.

Siento.

Me brillan los ojos.

Se viene una gran temporada. Lo sé. Cojo aire.

Acopio energía mientras doy unos pasos atrás, corro y salto al vacío. Ciaoooo!


¿Tú qué tal?


Un guiño,

El Ojo de Venus

Siguiente
Siguiente

Vivir despacio es urgente